Un hogar en el que las niñas y niños encuentren su lugar y alcancen la seguridad necesaria para avanzar en la reparación de su daño.
Las niñas, niños y adolescentes que inician un acogimiento familiar lo hacen con la mochila cargada de experiencias. En muchos casos, han atravesado momentos muy difíciles en sus vidas, marcados por cuidados negligentes, situaciones de maltrato o incluso abusos. Estas vivencias dejan huellas profundas y, como consecuencia, es frecuente que tengan necesidades emocionales, psicológicas y sociales que no fueron atendidas en su momento. La familia acogedora tiene la misión y la oportunidad de responder a esas necesidades, ofreciéndoles un nuevo entorno de seguridad y protección.
Acoger no significa únicamente garantizar un techo, cama y comida. Va más allá, pues las niñas y niños tienen derecho a crecer en una familia que cuente con las herramientas adecuadas para cuidarles de manera integral, favoreciendo su bienestar y ayudándoles a sanar heridas emocionales. Esto implica crear un entorno seguro y estructurado, con rutinas y límites coherentes que aporten tranquilidad, y a la vez un ambiente afectivo con vínculos estables y confiables, para desarrollarse sin miedo ni rechazo.
Del mismo modo, las familias acogedoras también necesitan acompañamiento técnico y profesional a lo largo de todo el proceso, porque surgirán dudas, retos e incluso momentos de dificultad. Contar con apoyo especializado permite a las familias sentirse respaldadas, comprender mejor sus necesidades y encontrar estrategias adecuadas para responder adecuadamente.
Otro aspecto fundamental es que, en el acogimiento, no se debe intentar borrar el pasado de los niños y niñas. Aunque ahora estén en un entorno seguro, su historia de vida forma parte de quienes son. Reconocer de dónde vienen, dónde residieron y con quién compartieron su infancia les ayuda a construir una identidad más sólida y a dar sentido a sus emociones. Negar o silenciar esa parte de su vida solo genera más confusión y dolor. En cambio, acompañarlos a integrar su pasado, con respeto y sin juicios, les aporta una mayor sensación de control y les prepara para afrontar mejor su presente y su futuro.
El acogimiento familiar, en definitiva, es una medida de protección que da la oportunidad a niñas y niños de crecer en un entorno cercano y atento que les proporcione estabilidad, seguridad y relaciones positivas para que se desarrollen de la mejor manera posible.
El programa de acogimiento En familia busca hogares que permitan a niñas y niños sentirse queridas, vistas y escuchadas.
Más información sobre la campaña en la web “Esto es un hogar”.