La construcción de una sociedad justa y equitativa es una tarea colectiva en la que cada persona tiene un papel crucial. Por ello, es fundamental comprender la diferencia entre inclusión e integración social. Entender y utilizar las herramientas disponibles para detener y revertir toda situación de exclusión es la única manera de avanzar hacia una comunidad verdaderamente inclusiva.

Qué es inclusión y qué es integración

La inclusión social se centra en valorar y aceptar la diversidad dentro de la sociedad, promoviendo un entorno donde todos, incluyendo a las personas con discapacidades, tengan igualdad de condiciones y oportunidades. En lugar de exigir que estas personas se adapten a estructuras preexistentes, la inclusión implica modificar y adaptar estos espacios para apoyar a los individuos vulnerables, permitiéndoles desarrollarse en igualdad de condiciones con los demás.

En cambio, la integración social se enfoca en la adaptación de los individuos a las normas y estructuras ya establecidas en la sociedad. Aunque busca evitar la exclusión directa y fomentar la convivencia, no siempre crea espacios que sean verdaderamente inclusivos para todos. Un ejemplo claro se observa en el ámbito educativo: la existencia de aulas especiales para estudiantes con discapacidades representa integración, pero no inclusión, ya que estos estudiantes no comparten el mismo espacio educativo que sus compañeros sin necesidades especiales. Mientras la integración intenta acomodar a las personas en el sistema existente, la inclusión busca transformar el sistema para acoger a todos por igual.

Entendiendo en qué se diferencian inclusión e integración

Vistas las definiciones, profundizaremos en ambos conceptos para ampliar su conocimiento y, sobre todo, ver por qué son necesarios conocer y entender. Desde Fundación Aldaba además de comprender la diferencia entre inclusión e integración, tratamos de llevar a cabo estrategias efectivas para promover una sociedad donde todos puedan coexistir y prosperar en igualdad de condiciones a través de programas de apoyo y proyectos.

1. Objetivos y metas

La diferencia entre inclusión e integración no está solo en sus definiciones, sino, en especial, en sus objetivos. La inclusión busca crear un entorno inclusivo, donde cada individuo sea valorado y se sienta seguro. No se trata de que las personas se adapten a su entorno, sino de que adaptemos la sociedad a las personas vulnerables para que se sientan bienvenidas en ella.

Eso sí, el objetivo primordial de la integración es el de incorporar a las personas a un sistema existente sin tener en cuenta esas necesidades particulares, es decir, fomentar que se adapten a unas circunstancias que no son favorables.

2. Procesos y métodos

El proceso de inclusión implica que se han de realizar cambios en la sociedad para que esta se adapte mejor a las personas vulnerables o con necesidades específicas. Este cambio no supone nunca una pérdida de igualdad. Al contrario, mejora las circunstancias de personas con dificultades para que su vida en sociedad sea más fácil. No busca poner impedimentos a nadie, sino ser solidario y justo.

Por otra parte, tenemos el proceso de integración, que, si bien hace años era un gran avance con respecto a la exclusión o la segregación, actualmente, se ha visto que es insuficiente para crear un ambiente de igualdad. Este proceso subyace en la idea de ajuste por parte del individuo a la sociedad. No se le excluye pero tampoco se le ayuda, es más, se exige que se adapte a una sociedad que no está adaptada a él; creando, así, un clima poco apto para su desarrollo.

3. Participación y contribución

Entre otras diferencias, hemos de destacar la participación y la contribución a la sociedad. En una sociedad con un enfoque participativo de inclusión, se promoverá la participación activa de todos los ciudadanos, adaptando los espacios para que las personas vulnerables o con discapacidades puedan acceder y participar en ellos en igualdad de condiciones, es decir, con las mismas facilidades que los demás, no de la misma manera exacta. Así, se alcanza un estado de igualdad, en el que se da a cada uno lo que necesita para desarrollar la misma actividad.

Mientras que en las dinámicas de contribución en la integración se limita la participación de personas con discapacidad o en situaciones vulnerables, ya que las estructuras establecidas no favorecen su justa participación.

4. Enfoque en las necesidades

La inclusión centra su atención en las necesidades individuales, es decir, satisfacer aquellas necesidades de las personas en riesgo de exclusión, vulnerables o con discapacidades para que puedan formar parte de la comunidad. Se trata de un modelo activo de tolerancia en el que cada necesidad es atendida para lograr un objetivo de plena inclusión en una sociedad igualitaria.

Cuando prestas atención individualizada y atiendes a las necesidades particulares, se fomentan espacios seguros para vivir, algo que no puedes alcanzar si, en lugar de individualizar, se atiende a necesidades generales, como se busca en la integración.

5. Resultados y efectos

El impacto de la inclusión genera un ambiente más amable, de respeto y pertenencia, en el que poder crecer y convivir junto con el resto de la sociedad. Se trata de armonizar, valorar y fomentar el desarrollo de cada individuo con sus necesidades.

Si solamente se establecen planes de integración, se llevará a cabo una tarea superficial, en la que la valoración no formará parte, siendo un proceso que no busca la armonía y la unión en la sociedad, sino, simplemente, integrar a un conjunto de personas sin preocuparse de las necesidades que manifiestan.

Es fundamental conocer la diferencia entre inclusión e integración para crear una sociedad solidaria e igualitaria, en la que cada cual pueda alcanzar sus metas sin barreras que se lo impidan. La inclusión fomenta esta idea y recalca la responsabilidad de la sociedad de reformarse para ser más accesible a todos y, especialmente, a aquellos en situaciones más vulnerables. Sin embargo, con la integración solamente se incorpora a la sociedad a las personas exigiéndoles que se adapten a unas situaciones que no están hechas para ellas.