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¿Qué es un piso tutelado y en qué se diferencia de un piso supervisado?

¿Qué es un piso tutelado?

En el ámbito de la asistencia y el apoyo social, especialmente para personas con algún grado de discapacidad, los conceptos de ‘piso tutelado’ y ‘piso supervisado’ son a menudo malentendidos o confundidos entre sí. Ambas modalidades de vivienda ofrecen soluciones adaptadas a las necesidades de ciertos grupos vulnerables, considerando su situación familiar y económica, pero se diferencian principalmente por su enfoque y nivel de asistencia. En este post explicaremos qué es un piso tutelado, sus características y servicios, y, a su vez, contrastaremos con la naturaleza de un piso supervisado. Esta comparación arrojará luz sobre estos importantes recursos de vivienda y también ayudará a quienes buscan el tipo de apoyo más adecuado para sus necesidades o las de sus seres queridos, especialmente aquellos con discapacidad igual o superior a un cierto umbral.

Qué es un piso tutelado y qué es un piso supervisado

El derecho a una vida independiente, con acceso a servicios especializados y una red de transportes públicos que asegure fácil acceso, es un valor central en nuestra sociedad. Para aquellas personas con algún tipo de discapacidad, ya sea discapacidad física o de otro tipo, que necesitan apoyo adicional, existen dos modelos de vivienda adaptados: los pisos tutelados y los pisos supervisados. Cada uno ofrece diferentes niveles de autonomía y asistencia, adaptándose a las necesidades específicas de sus residentes, ofreciendo un alto nivel de autonomía personal y facilitando experiencias vitales apropiadas para la edad.

Los pisos tutelados son viviendas diseñadas para aquellos que requieren un nivel considerable de apoyo en su vida diaria y pueden ser tutelados para personas con discapacidades significativas. En estos espacios, cada residente tiene asignada una habitación dentro de un apartamento compartido, con otros en situaciones similares, donde se promueve el acceso a un servicio de atención integral, incluyendo equipamientos y servicios comunitarios. Lo distintivo de los pisos tutelados es la disponibilidad constante de apoyo social y otros servicios asociados, proporcionados por especialistas durante las 24 horas del día, los 365 días del año. Esta modalidad de vivienda es ideal para individuos que buscan independencia pero aún necesitan un cierto grado de supervisión y ayuda para acceder a una vivienda tutelada que les provea recursos laborales de formación y de ocio.

En cambio, los pisos supervisados se orientan hacia individuos con un mayor grado de autonomía. En estos casos, la vivienda no cuenta con la presencia permanente de un educador o supervisor, pero mantiene un fácil acceso al transporte público y otros servicios comunitarios. Aunque menos intensiva en términos de apoyo, esta opción ofrece un régimen más abierto, permitiendo a los residentes una mayor independencia mientras mantienen acceso a asistencia cuando sea necesario. Este modelo es adecuado para aquellos que pueden manejar la mayoría de las tareas diarias por sí mismos, pero que ocasionalmente pueden necesitar orientación o apoyo.

¿En qué se diferencian un piso tutelado y supervisado?

Para comprender a fondo ambos conceptos, es esencial reconocer y entender sus diferencias fundamentales. Mientras los pisos tutelados ofrecen un entorno de apoyo integral y constante, los pisos supervisados proporcionan un marco más flexible, centrado en la autonomía del individuo. Esta distinción es clave para elegir la opción más adecuada según las necesidades y capacidades de cada persona, teniendo en cuenta su grado de discapacidad y situación personal.

1. Nivel de supervisión y asistencia

Ambos modelos de vivienda están asistidos por personal cualificado, como integradores sociales o psicólogos, pero el nivel de supervisión es lo que marca la diferencia:

En los pisos tutelados, la supervisión es continua. Un especialista reside en la vivienda de manera permanente, coordinando las actividades diarias y garantizando el bienestar y la seguridad de los residentes. Este enfoque integral incluye también el apoyo de profesionales externos, asegurando un entorno estable y seguro para todos los habitantes, enfocándose en la prevención de conflictos y en la promoción de una convivencia armoniosa.

En contraste, los pisos supervisados ofrecen un enfoque más orientado hacia la autonomía de los residentes. Aunque el personal de apoyo no está presente de manera constante, realiza visitas regulares y brinda apoyo puntual según se requiera. Este modelo permite una mayor libertad para los residentes, promoviendo su independencia mientras asegura que dispongan del soporte necesario para su desarrollo personal y seguridad.

2. Autonomía de los residentes

Conseguir que tengan una autonomía mayor es la base de su funcionamiento, pero depende del modelo elegido.

En los pisos tutelados, aunque hay una supervisión constante, se promueve la autonomía dentro de un marco seguro. Se establecen rutinas y estructuras que contribuyen a un entorno funcional y preparan a los residentes para una mayor independencia, potencialmente avanzando hacia un entorno más autónomo como el de los pisos supervisados.

En los pisos supervisados, la autonomía se manifiesta plenamente, permitiendo a los residentes tomar sus propias decisiones y establecer rutinas de vida independiente, siempre con el apoyo disponible cuando sea necesario.

3. Perfil de los residentes

Para las necesidades de asistencia más altas es necesario recurrir a un piso tutelado. Personas con discapacidad cognitiva severa o mayores con dependencia son los dos grupos mayoritarios en ellos.

Por otro lado, si se requiere de menor asistencia, como una discapacidad leve o jóvenes en transición, los supervisados suelen ser la mejor opción. Cada perfil determina el piso que mejor se adapta. En Fundación Aldaba te asesoramos sobre ello y la idoneidad de nuestros pisos tutelados.

4. Servicios ofrecidos

La base es que, a mayor independencia, menor número de ellos. Los pisos tutelados disponen de una gama más amplia de servicios, como atención médica, apoyo psicológico o apoyo social.

En el supuesto de los supervisados, los servicios son más puntuales. Los profesionales, como educadores sociales, psicólogos o monitores, realizan visitas de manera puntual y están disponibles para atender determinadas situaciones. Los residentes recurren a servicios públicos ante emergencias como las médicas.

5. Objetivos y enfoque

Aunque existe un objetivo común, el de vivir de manera independiente, el enfoque y la forma de lograrlo son muy diferentes. En los pisos tutelados, el cuidado y la protección son la base. Por ello, se crea un entorno seguro y controlado donde los residentes puedan entender y automatizar lo que es vivir por su cuenta con una red de seguridad. Este modelo, en muchas ocasiones, es temporal, de transición hacia los supervisados.

En el piso supervisado se busca una integración social e independencia mucho mayores. Se ponen en práctica las habilidades para la vida independiente y se profundiza en su desarrollo.

6. Duración de la estancia

La estancia depende del perfil del residente, aunque, en la mayor parte de los casos, se persigue la temporalidad de cara a una mayor independencia. Los pisos tutelados permanentes se dirigen a un perfil muy específico. Suelen ser un punto de aprendizaje y desarrollo para alcanzar la independencia en personas con problemas cognitivos.

En el caso de los supervisados, los de carácter permanente se enfocan a personas mayores dependientes o con discapacidad que requieren de apoyo a lo largo de toda su vida. Pero la mayor parte de ellos es temporal y busca ser un puente hacia la independencia total tanto para jóvenes en transición como para personas con discapacidades leves.

3. Costes y financiación

Los costes de los pisos tutelados son más altos que los supervisados, debido a la gama más amplia de servicios que ofrecen. En ambos casos, su financiación suele correr a cargo de subvenciones públicas a través de fondos europeos o ayudas mencionadas en la Ley de Dependencia. Además, fundaciones como la nuestra invierten fondos propios en su creación y gestión para apoyar a las familias.

Ahora que conoces qué es un piso tutelado y uno supervisado y sus diferencias, podrás comprender cuál se adecúa mejor a tus necesidades. Todo depende de cada individuo que vaya a residir en ellos. Es muy importante elegir aquel que se adapte mejor para que se sienta cómodo y valorado. En Fundación Aldaba contamos con pisos tutelados en Madrid para adultos que requieren apoyo. Si quieres saber más, no dudes en contactar con nosotros.

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