Soledad no deseada en personas mayores: impacto, causas y cómo combatirla

Soledad en personas mayores

En España, más de dos millones de personas mayores afirman sentirse solas con frecuencia, según el Barómetro de la Soledad No Deseada 2024. Este fenómeno, conocido como soledad no deseada en personas mayores, se ha convertido en uno de los grandes retos sociales y sanitarios del país. A medida que la población envejece y aumenta la esperanza de vida, surgen nuevas situaciones de soledad de larga duración que afectan la salud, la calidad de vida y la autonomía. Contar con información, servicios y estrategias de prevención resulta esencial para mejorar el bienestar de quienes enfrentan esta realidad en la sociedad actual.

Impacto de la soledad no deseada en personas mayores

La soledad no es solo una sensación emocional, sino una experiencia que puede tener graves repercusiones en la salud física, mental y social. En las personas en España mayores de 65 años, esta realidad afecta de forma directa a la calidad de vida y se relaciona con un aumento de la dependencia y el aislamiento progresivo.

  1. Deterioro de la salud mental
    La falta de interacción social y de apoyo emocional puede generar un sentimiento de vacío profundo y desesperanza. Muchas personas mayores expresan una pérdida de sentido vital cuando sus lazos sociales se reducen. Este deterioro mental no solo causa tristeza, sino que puede afectar a la motivación, la atención y el interés por las actividades cotidianas, reduciendo la calidad de vida de forma significativa.
  2. Aumento del riesgo de depresión
    La soledad no deseada es uno de los principales factores de riesgo de soledad prolongada y depresión en las personas mayores. Las mujeres son especialmente vulnerables debido a la mayor esperanza de vida y a la pérdida de la pareja en edades avanzadas. Por ello, resulta fundamental prevenir la exclusión social mediante programas de acompañamiento y apoyo emocional que fortalezcan las relaciones personales.
  3. Ansiedad y estrés crónico
    El sentimiento constante de aislamiento genera un estado de alerta permanente. Las personas mayores pueden experimentar preocupaciones intensas sobre su futuro, su salud o su seguridad. Esta ansiedad crónica incrementa los niveles de cortisol, lo que puede derivar en enfermedades cardiovasculares y en un debilitamiento del sistema inmunológico.
  4. Deterioro cognitivo y demencia
    La interacción social estimula la mente y ayuda a mantener las capacidades cognitivas. Cuando la soledad se prolonga, el cerebro recibe menos estímulos, lo que puede acelerar el deterioro cognitivo y aumentar el riesgo de demencia. Estudios recientes en España muestran que las personas mayores con redes sociales activas presentan una evolución cognitiva más lenta y una mejor calidad de vida.
  5. Problemas de sueño y fatiga
    Las personas que viven solas suelen dormir peor y experimentar insomnio, lo que afecta al equilibrio emocional y físico. El descanso inadecuado agrava la ansiedad, el cansancio y el estrés crónico, generando un círculo difícil de romper. Estos efectos se ven más acentuados en personas con discapacidad o dependencia.
  6. Aislamiento social progresivo y baja autoestima
    Con el paso del tiempo, el aislamiento reduce la confianza en las propias capacidades. Las personas mayores pueden evitar salir o relacionarse por miedo, vergüenza o inseguridad. Esta falta de contacto refuerza la sensación de invisibilidad dentro de la sociedad y debilita los vínculos familiares y comunitarios, aumentando el sentimiento de inutilidad.
  7. Aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares y mortalidad prematura
    La soledad no deseada no solo afecta a la mente, también al cuerpo. Diversas investigaciones en España y otros países europeos han demostrado que el aislamiento emocional incrementa el riesgo de hipertensión, infarto y mortalidad prematura. El impacto de la soledad es tan potente que puede equipararse a factores de riesgo como el tabaquismo o la obesidad.

Causas de la soledad no deseada en personas mayores

La soledad deseada en personas mayores puede tener múltiples causas que combinan factores personales, sociales y estructurales. Identificar estos orígenes es esencial para diseñar estrategias de prevención y sensibilización.

  1. Pérdida de la pareja o seres queridos
    El fallecimiento de un cónyuge o amigo cercano es una de las principales causas de soledad no deseada. Este tipo de pérdida genera un vacío emocional difícil de llenar y suele ser el punto de partida de un aislamiento prolongado, especialmente en personas con pocos apoyos familiares o sociales.
  2. Jubilación y pérdida del entorno laboral
    La jubilación marca el fin de una etapa productiva y el alejamiento de un entorno social activo. Sin una red de actividades o intereses, muchas personas sienten que pierden su rol en la sociedad, lo que puede derivar en situaciones de soledad y baja autoestima.
  3. Disminución de la movilidad o problemas de salud crónicos
    Las enfermedades o limitaciones físicas restringen la autonomía personal. Esta falta de movilidad genera dependencia y dificulta la participación en actividades fuera del hogar, favoreciendo el aislamiento.
  4. Falta de redes sociales o familiares cercanas
    Las familias más pequeñas, la dispersión geográfica y las rupturas familiares han reducido los lazos de apoyo. En muchos casos, las personas mayores viven lejos de sus hijos o sin familiares, lo que aumenta el sentimiento de abandono.
  5. Brecha digital y dificultad para usar nuevas tecnologías
    En una época donde las relaciones se mantienen cada vez más por medios digitales, muchas personas mayores quedan excluidas por falta de conocimientos o acceso a dispositivos. Esto aumenta la experiencia de soledad y limita su participación en la vida social y cultural.
  6. Deterioro cognitivo o sensorial
    Las pérdidas sensoriales dificultan la comunicación y reducen las oportunidades de contacto. A menudo, las personas con discapacidad visual o auditiva evitan situaciones sociales por frustración o miedo a no ser comprendidas.
  7. Cambios de residencia o traslado a centros
    Mudarse a una nueva vivienda o ingresar en una residencia puede romper los vínculos comunitarios. Aunque los centros ofrecen servicios y cuidado, la adaptación emocional puede ser difícil, generando sentimientos de desarraigo.
Soledad en personas mayores

Cómo combatir la soledad no deseada en personas mayores

Abordar la soledad deseada en personas mayores requiere un enfoque integral que combine prevención, información, servicios y apoyo emocional. Fundación Aldaba ofrece programas e impulsa acciones para mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo de soledad. Estas medidas no solo benefician a quienes la sufren, sino que fortalecen la cohesión social y el sentido de comunidad entre todos los grupos de edad.

  1. Fomentar las relaciones sociales
    Crear y mantener vínculos afectivos es fundamental para el bienestar emocional. Las reuniones vecinales, encuentros intergeneracionales o grupos de conversación en centros de mayores son espacios donde las personas pueden compartir experiencias, apoyo y compañía. Este tipo de contacto refuerza la autoestima y reduce el sentimiento de aislamiento.
  2. Participar en actividades comunitarias
    Las actividades culturales, deportivas o recreativas promueven un envejecimiento activo y saludable. La participación regular en talleres, excursiones o cursos en centros sociales fomenta el sentido de pertenencia y ayuda a mantener la mente y el cuerpo activos.
  3. Promover el voluntariado y el acompañamiento intergeneracional
    Los programas que conectan a jóvenes con mayores generan beneficios mutuos. Las personas mayores recuperan la ilusión de compartir su experiencia, y los jóvenes aprenden valores de empatía y respeto. Este tipo de servicios fortalece los lazos comunitarios y disminuye las situaciones de soledad.
  4. Facilitar el acceso a tecnologías digitales
    Reducir la brecha digital es esencial para mantener el contacto con familiares y amigos. Talleres de alfabetización digital permiten que las personas mayores aprendan a usar móviles, videollamadas o redes sociales. De esta forma, se evita el aislamiento y se mejora la autonomía, especialmente en grandes ciudades.
  5. Impulsar programas de envejecimiento activo
    El ejercicio físico, las actividades cognitivas y el ocio saludable mejoran la salud y la calidad de vida. Iniciativas como los paseos guiados o las clases de baile no solo fortalecen el cuerpo, sino que generan relaciones y promueven la prevención de enfermedades derivadas del sedentarismo o la dependencia.
  6. Mejorar la atención sanitaria y psicológica
    Los servicios de salud deben detectar de forma temprana los síntomas de soledad y depresión. Contar con profesionales formados en salud mental y atención gerontológica es clave para ofrecer apoyo emocional, orientación y tratamiento cuando la situación lo requiere.
  7. Crear espacios de encuentro y ocio adaptados
    Es fundamental disponer de entornos accesibles y seguros donde las personas mayores puedan relacionarse. Parques, bibliotecas o centros culturales adaptados a las necesidades de cada grupo de edad fomentan el encuentro y la participación.
  8. Fortalecer los lazos familiares
    La comunicación y el contacto frecuente con hijos, nietos o sobrinos son vitales para prevenir el aislamiento. Iniciativas de sensibilización que promuevan el acompañamiento familiar ayudan a reforzar los vínculos afectivos y a valorar el papel de los mayores en la sociedad.
  9. Ofrecer apoyo emocional y terapias de grupo
    Los grupos de apoyo y las terapias colectivas permiten compartir experiencias y aprender estrategias para afrontar la soledad no deseada. Escuchar y sentirse escuchado puede marcar la diferencia entre una situación de aislamiento y una de integración emocional.
  10. Promover la participación en asociaciones y centros de día
    Las asociaciones de mayores y los centros de día ofrecen un espacio para relacionarse, aprender y sentirse útiles. Además, proporcionan información y servicios especializados que mejoran la calidad de vida y reducen el riesgo de soledad.
  11. Fomentar la autonomía personal
    La independencia favorece la autoestima y el bienestar. Programas que faciliten el acceso a transporte, vivienda adaptada o asistencia domiciliaria contribuyen a que las personas mayores se mantengan activas en su entorno sin depender totalmente de otros.
  12. Desarrollar campañas de sensibilización sobre la soledad
    La sensibilización pública es fundamental para romper el estigma asociado a la soledad. Campañas en medios, colegios y empresas ayudan a reconocer el problema y a fomentar una cultura de cuidado y apoyo entre generaciones.
  13. Facilitar servicios de transporte y movilidad
    La movilidad es clave para la participación social. Mejorar el transporte público o ofrecer servicios adaptados en zonas rurales o con aislamiento geográfico garantiza que las personas mayores puedan desplazarse con seguridad y mantener su vida social activa.
  14. Incentivar el contacto con vecinos y redes locales
    La comunidad local juega un papel decisivo. Iniciativas de acompañamiento vecinal o programas de “vecinos solidarios” permiten detectar situaciones de soledad y ofrecer apoyo inmediato. Este modelo de proximidad refuerza la importancia del tejido social y la convivencia.
  15. Apoyar políticas públicas contra el aislamiento social
    Las políticas de prevención y los planes estratégicos centrados en la información, la atención y la inversión en servicios sociales garantizan que todas las personas, sin importar su edad, discapacidad o condición, puedan disfrutar de una vida activa, saludable y con sentido de pertenencia.

La soledad no deseada en personas mayores es un desafío social que requiere compromiso colectivo y políticas de prevención efectivas. La información, los servicios de apoyo y la participación en actividades comunitarias son esenciales para reducir las situaciones de soledad y mejorar la calidad de vida. En una sociedad que envejece, es fundamental valorar la importancia del acompañamiento y fortalecer los lazos entre generaciones. Favorecer la autonomía, atender la salud emocional y reconocer el papel de las personas en España mayores son pasos clave para construir comunidades más inclusivas, humanas y solidarias.

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