Cuando un niño, niña o adolescente se encuentra en una situación de vulnerabilidad y no puede permanecer en su entorno familiar, un centro de protección de menores se convierte en un espacio seguro donde recibe atención integral. Estos centros están diseñados para proporcionar un ambiente estable, cubriendo sus necesidades básicas y ofreciendo apoyo educativo, emocional y social. En este artículo, explicaremos qué es un centro de protección de menores y cómo funcionan, destacando la labor de entidades como Aldaba, que desarrolla proyectos específicos para la infancia y la juventud en diferentes comunidades.
¿Qué es un centro de protección de menores?
Un centro de protección de menores es un recurso especializado que acoge a niños, niñas y adolescentes en situación de desamparo y/o riesgo social. Su objetivo es garantizar su bienestar, brindándoles un entorno seguro donde puedan crecer y desarrollarse hasta que se encuentre una alternativa familiar estable.
Fundación Aldaba desarrolla diversos programas de acogida y protección para la infancia y la juventud, proporcionando atención personalizada en función de las necesidades de cada niño, niña o adolescente, en las CCAA de Baleares y Galicia. Algunos de estos son:
- Baleares:
- Llar des Raiguer – Hogar en Mallorca para niños, niñas y adolescentes que requieren atención y apoyo en su desarrollo.
- Can Neftalí – Centro en Mallorca dirigido a la atención y protección de niños, niñas y adolescentes.
- Llar des Cocó – Espacio de acogida en Mallorca que garantiza estabilidad y bienestar.
- Galicia:
- Casa de Familia Aldaba-Villagarcía – Recurso de 8 plazas residenciales, en Galicia, que ofrece un entorno acogedor donde se fomenta la convivencia en un ambiente familiar.
- Casa de Familia Aldaba-García Barbón – Centro de acogida en Vigo, de 8 plazas, con un enfoque familiar y de integración.
- Centro O Seixo – Mini residencia de 20 plazas, en Galicia, que ofrece atención integral y acompañamiento a la infancia y adolescencia en situación de vulnerabilidad.
¿Cómo funciona un centro de protección de menores?
El funcionamiento de un centro de protección de menores está contemplado en el Proyecto Educativo de Centro que marca las directrices a seguir: alineación con la misión, visión y valores de la entidad, principios que rigen la intervención, diseño de los equipos profesionales, prestaciones y estrategias de intervención, metodología y evaluación. Todo ello teniendo en cuenta los protocolos que la Administración concertante tiene establecidos para cada fase de la intervención mientras se mantenga la atención residencial. Garantizando así el bienestar y la protección de cada niño, niña o adolescente acogido, realizando un trabajo con un enfoque integral que abarca la atención emocional, educativa y social, desde el momento de su ingreso hasta su salida.
1. Asignación de la plaza. Preparación del ingreso.
Una vez tomada la Admón autonómica aplica una medida de protección, guarda o tutela y realizada la valoración inicial, se asigna un lugar en el centro más adecuado para el niño, niña o adolescente. Esta decisión se toma en función de su edad, necesidades emocionales y educativas, así como del nivel de apoyo que requiera. Cada centro está diseñado para ofrecer un entorno seguro y estructurado, donde pueda comenzar una nueva etapa de estabilidad y desarrollo.
El Equipo Técnico del Menor contacta con el centro, una vez realizada esta valoración, para determinar fecha y características del traslado. Se realiza una reunión conjunta previa al ingreso (excepto en ingresos de urgencia), para compartir la información/documentación relevante. Si es posible acudirá la familia del menor para la presentación al responsable del centro. Se realizará la designación, por parte de la Dirección, consensuado con los educadores, como educador/a-tutor/a a un/a miembro del Equipo Educativo.
2. Recepción y valoración
Cuando el niño, niña o adolescente se incorpora se designa un/a educador/allega a un centro de protección de menores, que será el responsable de realizar las actividades en el proceso de adaptación: revisión inicial de salud, gestiones para su escolarización/inserción laboral, equipamiento básico de ropa, calzado, higiene. Se realiza una evaluación exhaustiva de su situación para conocer su historia, identificar sus necesidades específicas, expectativas y definir la mejor estrategia para garantizar su bienestar. Profesionales del ámbito social y psicológico se encargan de analizar factores como su estado de salud, nivel educativo, entorno familiar previo y posibles situaciones de riesgo que haya vivido.
3. Acogida y adaptación
La llegada a un centro de protección de menores supone un gran cambio en la vida de un niño, niña o adolescente. Por ello, el equipo del centro trabaja para facilitar su integración de manera progresiva. Durante este periodo, la dirección y el educador-tutor se encargan de presentar al resto del equipo profesional que le acompañarán, se le familiariza con las normas y dinámicas del centro, y se le brinda apoyo emocional para reducir el impacto del cambio. El objetivo es que se sienta seguro, escuchado y comprendido en su nuevo hogar.
4. Atención integral
El centro cubre todas las necesidades básicas de cada niño, niña o adolescente, garantizando su alimentación, alojamiento, acceso a la educación y atención médica. Se promueve un ambiente estable donde pueda sentirse protegido y desarrollar su confianza. Además, se les proporciona ropa, material escolar y cualquier otro recurso material que necesiten para su día a día.
Con el fin de gestionar la atención individualizada de cada niño, niña o adolescente se elabora el ¨Proyecto Educativo Individualizado¨, por parte del educador/Tutor de cada menor, atendiendo al plan de caso de la derivación, necesidades y expectativas del menor y expectativas de la familia si es posible. Esta supone la hoja de ruta de todo el proceso de intervención.

5. Intervención psicosocial y atención por áreas
Cada niño, niña o adolescente recibe apoyo psicológico y social para ayudarle a procesar su situación y fortalecer su bienestar emocional. Se trabaja en la gestión de emociones, la resolución de conflictos y el desarrollo de habilidades sociales. Este acompañamiento es clave para su recuperación y para reforzar su autoestima, fomentando su desarrollo personal en un entorno seguro.
La atención integral al niño, niña o adolescente se centra en las áreas contempladas en sus proyectos educativos individualizados:
- Área higiénico-sanitaria: El equipo educativo del centro realiza una intervención educativa con el objetivo de que los/as menores adquieran habilidades de cuidado, higiene y hábitos saludables. Se centra la atención en la salud médica y alimentaria.
- Área social y de convivencia: Organización diaria: Medidas correctivas y de refuerzo.
- Área escolar y laboral: La educación es un pilar fundamental en la vida de cualquier niño, niña o adolescente. Por ello, los centros de protección garantizan su acceso a la escolarización, ya sea en colegios de la comunidad o mediante programas educativos internos. Además, en algunos casos, se desarrollan planes de formación específicos para que puedan adquirir habilidades que les faciliten la integración social y laboral en el futuro.
- Área familiar: Intervención con familias y con los niños/as o adolescentes en función del objetivo final de la intervención. Se realiza un trabajo en red para modificar las circunstancias que provocaron la entrada en el centro de los niños/as o adolescentes.
7. Supervisión y seguimiento
El bienestar de cada niño, niña o adolescente es monitoreado de manera continua por los profesionales del centro. Se realizan reuniones periódicas, tanto del equipo educativo de centro como con los profesionales de otros ámbitos implicados en su atención, para valorar su evolución y adaptar el plan de educativo individualizado según sus necesidades. Este seguimiento permite detectar cualquier dificultad y ofrecer soluciones adecuadas en cada etapa de su desarrollo.
8. Mediación familiar
Siempre que sea posible y beneficioso para el niño, niña o adolescente, se trabaja en la mediación con su familia de origen. El objetivo es valorar si existe la posibilidad de una reunificación familiar segura y estable. Para ello, se diseñan planes de intervención que incluyen visitas supervisadas, orientación a los familiares y apoyo en la reconstrucción de vínculos afectivos.
9. Preparación para la vida adulta
Para aquellos niños, niñas y adolescentes que están próximos a cumplir la mayoría de edad, se les proporciona formación en autonomía y habilidades para la vida independiente. Se les enseña a gestionar su economía, buscar empleo, acceder a recursos sociales y desenvolverse en la sociedad de manera responsable. Este proceso es fundamental para que puedan afrontar la vida adulta con herramientas y confianza.
10. Derivación o salida del centro
El tiempo de permanencia en un centro de protección de menores varía según cada caso. La salida se planifica con el objetivo de garantizar una solución estable: puede ser la reunificación con su familia, la acogida en otra familia o, en el caso de los adolescentes, la emancipación con el apoyo adecuado. Todo el proceso se lleva a cabo con un enfoque individualizado, asegurando que cada niño, niña o adolescente tenga un futuro seguro y con oportunidades.
Además de los centros de protección de menores, Aldaba desarrolla programas de acogimiento familiar, como ‘En Familia’ en Galicia, que buscan proporcionar a niños, niñas y adolescentes un entorno más cercano y personalizado mientras se resuelve su situación. Estas familias de acogida les ofrecen un hogar temporal donde pueden crecer en un ambiente afectivo y estable.
El trabajo de organizaciones como Aldaba es fundamental para garantizar que cada niño, niña y adolescente reciba la atención y el apoyo que necesita para su bienestar y desarrollo. Gracias a estos programas, se garantiza la protección de sus derechos, teniendo la oportunidad de un nuevo comienzo y acceder a alternativas que les permitan construir un futuro mejor.